Había respondido a la desesperada carta de su sobrina Rebeca hacía muy poco tiempo.
Cierto día de Mayo llegó a sus manos por medio de una amiga suya quien la había encontrado en su buzón, ¿De quién será? Se preguntó a sí misma. Que ella supiera no tenía mucha familia y esta carta mostraba especial afecto. Rebeca se encontraba mal, su enfermedad: el olvido.
Pronto no recordaría cómo escribir, cómo leer y hasta cómo respirar. Sobre las sábanas cubiertas de bellos pétalos de cerezo, pasaba el lápiz rápidamente casi sin pensar, tratando de no olvidar la siguiente palabra, tratando de no llorar en el intento, tratando de poder ser leída alguna vez, de que su carta no se perdiera en el tiempo y sea olvidada como ella. No quería pensar en ello. Por la noche, dejó el sobre en el buzón intentando no ser vista. Pero allí estaba, la pequeña Sofi, con la mirada perturbadora de siempre que le quitaba el sueño; tierna pero que no reconocía como la de su propia hija; perturbadora, insomne.
Lo único que buscaba Rebeca era ayuda para poder sobrevivir a aquella extraña enfermedad. Sólo deseaba encontrar a su querida pero lejana tía Esperanza, su única familia, su único apoyo, y como su nombre, su única esperanza. Viuda desde hace mucho, poseía ricas tierras en el norte de Barcelona heredadas por su ya difundo esposo. ¿Cuánto se demorará en llegar su respuesta? Preguntó a James, ya sin poder hablar bien, sin poder articular sílabas ni sonidos entendibles. De dos a tres días, probablemente, no se preocupe. Respondió el siempre educado cartero, quién pensaría que esa fue la última vez que Rebeca lo vio.
La respuesta tardó más de lo esperado, Esperanza no sabía nada de aquella carta, escrita con desesperación, ansiedad y temor. Solo cuando Cecilia se la dio, comprendió la difícil situación que atravesaba su sobrina y decidió enviarle el dinero suficiente para cubrir todo el tratamiento y así poder lograr su tan anhelada recuperación.
Dentro del sobre, Alberto encontró doscientos mil libras para pagar al contado todo el tratamiento con medicinas incluidas. Rompió en llanto. ¿Por qué no se lo comentó? ¿Por qué se dejó morir así? Rebeca fuiste diferente, de eso no hay duda, murmuró para sus adentros el nostálgico esposo y ahora viudo.
nooo!!! se muriooo rebeca!!!!!!=(... eso no es justo!!!
ResponderEliminardios la historia esta muy buena!!! Sigue escribiendo q las tardes me hacen bien tus cuentos XD
ResponderEliminarHanny