sábado, 8 de mayo de 2010

La españolada bailable


Qué es lo que viste en mí
qué es lo que te hizo abrir así tus miedos,
tus piernas, tu calendario las siete puertas sagradas de tu santuario,
la extraña luz de tu cámara oscura,
el infranqueable cerrojo de tu armadura
(Las transeúntes - Jorge Drexler)






Me pregunta si quiero bailar, no señor. La Silvia en mi interior, dice que no.
La casona silenciosa botaba amor, el auto de fuego transportaba españolitas caminando,
los zapatos almendrados no paraban de bailar, tu sonrisa perfecta me miraba, me aplaudía.
Mi abanico, mis castañuelas, reían, reían, más que nunca, más que siempre.
La guitarra y los borbotones de antiguedad bailaban con mis manos, tus arrullos
El destino ¿existe? es mío, y es de nadie y es eterno
Renací cuando escuche tu voz cantando en el alba bajo la lluvia mojada de un Abril más.

¿Qué dices? No te escucho, escucho al alterego de tu sombra, aventurero, divertido y no entiendo.
Tu corbata se atora, mal momento, el escuálido rayo de luz entra por mi puerta, avergonzado, con miedo,
miedo de ti, de mí, de la noche, del adiós, del sueño,
del sueño soñado, desafortunado y triste.
La trompeta no quiere dejar de cantar, las paredes almidonadas de locura me miran y ríen, siguen riendo
como tus penas y las mías, extrañas y juntas.

El corazón vive más que tú y yo y las zapatillas de ballet,
más que la luna en un dia de primavera y los sonetos de un triste escritor,
más que el asombro del payaso Benitín y el piano del pianista incierto
cuando desde el balcón te veo pasar con bastón en mano y pañuelo que saluda a una señorita,
sí señor, esa señorita que no quiso bailar aquel vals sin estribillo.

Un zombie que solía tocar guitarra

Y aquí estoy, otra vez, como quien no quiere la cosa (cito José Castro "teoría del agarre"), frente a la computadora transcribiendo una entrevista.
Cansada, cansadísima, con mis ojos de zombie (in your head, what's in your head?) y muerta, muertísima. Pero, it doesn't care, doesn't even matter porque ya comienza una nueva semana donde todo volverá a ser igual y, quizás, solo quizás, un poquito mejor que la memorable semana pasada.
Suelo preguntarme, a menudo, ¿dónde quedó mi "yo" innovador? Ese del que habla Mead, ese que supone ser la parte creadora, hacedora, dentro de la persona... ayer, tras un largo mes, se me ocurrió acudir a las curvas de una
entrañable amiga... aquella, que goza cuando mis manos la tocan y no se queja: mi guitarra. Ayer, canté, canté ¡al fin! hace tanto que no cantaba así... realmente i need it.

Pero, ya se venía venir de tanto escuchar a Eddie cantar "Last Kiss", de tanto stress que mata el alma y envenena, de tantos clásicos aturdecerebros y qué mejor que acudir a mi actividad liberadora favorita: cantar.

Ahora sí me propongo continuar la transcripción con todo el sueño del mundo, pero con la esperanza de que el trabajo salga bien.

En fin, bye bye true world, bye bye, sleepy world.